Sumergidos en el verano con esas tardes de calor tan desaprovechadas, sólo hay una cosa factible de hacer entre las 4 y las 6: dormir la siesta.
Hay muchas maneras de dormirla. Lo ideal probado científicamente es no prolongarla más de 30 minutos, ya que puede trastocar el reloj biológico natural y causar insomnio en la noche, aunque muchos la prolongan hasta 3 horas o incluso más.
No se trata solamente de una costumbre española, sino que también tiene una explicación biológica. Es una consecuencia natural del descenso de la sangre después de la comida desde el sistema nervioso al sistema digestivo, lo que provocaba una consiguiente somnolencia, sobre todo teniendo en cuenta lo copiosas que suelen ser las comidas españolas frente a otras.
Hacer una buena siesta mejora la salud en general y la circulación sanguínea y previene el agobio, la presión o el estrés. Además, favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje.
Por tanto descansemos, demos la cabezada de no más de 30 minutos y evitemos las famosas siestas del novelista Camilo José Cela de la que decía que había que hacerla "con pijama, Padrenuestro y orinal".