Así es y lo mejor, que fue sin buscarlo. Como una premonición (de ahí el post anterior sobre los sueños), me había despertado soñando que había visto en una moto a la reina y la infanta Elena, por la mañana me reía de lo absurdo que puede llegar a ser los sueños, incluso cuando regresaba de la universidad en el tren de las 14:15 para Córdoba, se lo iba comentando riendo a mi compañero de piso.
Cual iba a ser nuestra sorpresa que al llegar a la estación y salir por una de las puertas (la habitual que cogemos para dirigirnos a nuestra casa), un montón de policías blindaban la puerta. Entonces recordamos que los príncipes de Asturias estaban en Córdoba.
El motivo era la inauguración de la nueva sede del rectorado, en lo que hasta el curso 1997 había sido la Facultad de Veterinaria (hoy trasladada al Campus universitario de Rabanales, al igual que recientemente mi Escuela de Ingenieros Agrónomos). Este magnífico edificio neomudéjar fue finalizado en 1936 y recuperado en 1941 tras la Guerra Civil, llevaba unos 2 años en restauración hasta ahora.
Como iba contando, en vez de irnos directamente para casa aguardamos entre los pocos curiosos que había dado la casualidad de que pasaban por allí. Me coloqué en primera fila en un hueco que encontré entre las puertas corredizas de la estación y un cartel de la estación. A los 10 minutos llegaban ellos en coche, se bajaron y comenzaron a dar la mano a todo el pasillo hasta llegar al AVE. Entonces llegó mi momento, el que estaba al lado mía comenzó a hablar con la princesa. Ella muy delgada y con una voz un poco repipi, me quedé mirándola hasta que caí que el príncipe a su lado como siempre, esperaba. Así que extendí mi mano y le dije: “Encantado Don Felipe” y lo mismo hice con Dña Leticia.
Así que sin quererlo ni beberlo saludé a los príncipes y me fui a mi casita a comer.
Cual iba a ser nuestra sorpresa que al llegar a la estación y salir por una de las puertas (la habitual que cogemos para dirigirnos a nuestra casa), un montón de policías blindaban la puerta. Entonces recordamos que los príncipes de Asturias estaban en Córdoba.
El motivo era la inauguración de la nueva sede del rectorado, en lo que hasta el curso 1997 había sido la Facultad de Veterinaria (hoy trasladada al Campus universitario de Rabanales, al igual que recientemente mi Escuela de Ingenieros Agrónomos). Este magnífico edificio neomudéjar fue finalizado en 1936 y recuperado en 1941 tras la Guerra Civil, llevaba unos 2 años en restauración hasta ahora.
Como iba contando, en vez de irnos directamente para casa aguardamos entre los pocos curiosos que había dado la casualidad de que pasaban por allí. Me coloqué en primera fila en un hueco que encontré entre las puertas corredizas de la estación y un cartel de la estación. A los 10 minutos llegaban ellos en coche, se bajaron y comenzaron a dar la mano a todo el pasillo hasta llegar al AVE. Entonces llegó mi momento, el que estaba al lado mía comenzó a hablar con la princesa. Ella muy delgada y con una voz un poco repipi, me quedé mirándola hasta que caí que el príncipe a su lado como siempre, esperaba. Así que extendí mi mano y le dije: “Encantado Don Felipe” y lo mismo hice con Dña Leticia.
Así que sin quererlo ni beberlo saludé a los príncipes y me fui a mi casita a comer.