A vísperas de la salida de la Hdad. del Rocío de Rociana, el pueblo es un ir y venir a la aldea almonteña. Los últimos trajes que faltan por llevar recién planchados, el neceser, la ropa de la cama o la comida y bebida que no hace falta llevar al camino; son alguna de las cosas que vamos dejando para este último día.
Y mañana todo el pueblo se hecha a los caminos, da igual que vayas todo la romería o no, ese día pocos son los que se quedan en casa. Tras la bulliciosa algarabía que llevará mañana los caballos, peregrinos y carriolas y charrets al son del grupo de tamborileros de la Asociación rociera de Rociana y el tronar de los cohetes, el pueblo quedará sordo. Tras una jornada de convivencia de alegría y de calor que es lo que se espera, llegarán a la aldea para compartir esos momentos únicos con los amigos y familiares que los acompañan.
Pendientes estarán los rocieros de Rociana para hacer el sábado su presentación oficial ante la Blanca Paloma entorno a las 15:00 y por supuesto pendientes para recibirla en nuestra casa-hermandad el lunes con los primeros rayos del día. Un momento muy esperado y deseado por todos los que vamos, esperando que este año la virgen se acerque más y esté con nosotros mayor tiempo.
Y tras un lunes tranquilo llega el martes y como si el tiempo volara y el camino fuera más corto vamos acercándonos al Pino Cáceres, último tramo para coger la carretera de la cañá y vislumbrar ese pueblo blanco que nos espera, con la ilusión que el año que viene podamos coger de nuevo la senda que nos lleve a Ella.
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