"Hagamos una Iglesia que los que la vieren labrada nos tengan por locos"; así tradujo el pueblo lo que habían decidido en sus reuniones los canónigos de Sevilla en 1401. Estaban dando a luz, sin saberlo del todo, esta maravilla que hoy contemplamos y cuya historia resulta sorprendente.
Aunque los 500 años se cumplen en octubre de 2006, el Comité ha decidido posponerlo hasta la primavera de 2007, cuando se cumplen los cinco siglos desde su estreno, ya que la apertura de la Catedral se retrasó hasta mayo de 1507 tras la muerte del rey Felipe I El Hermoso.
Soñaban, por qué no, que un día fuera la mejor cátedra del Arzobispo de Sevilla y futuro Patriarca de la Indias; que en ella se celebrara el más esplendoroso culto litúrgico de la Metrópoli hispalense; que asombrara a sus visitantes al caminar bajo sus bóvedas góticas, al descubrir su multiforme iconografía, (pintura, escultura, orfebrería, tejidos, libros corales, vidrieras),llenando las más diversas capillas góticas y renacentistas, para llegar después a encontrarse, en el remanso del Patio de los Naranjos, con las joyas bibliográficas y documentales que se custodian en el Archivo y Bibliotecas, pórtico de un singular sancta sanctorum: la Biblioteca Colombina.
Piedra a piedra ven crecer esa impresionante "montaña hueca", bajo la severa mirada de la Giralda, señora de Sevilla.
El cabildo Metropolitano ha sido su fiel custodio, durante siete siglos de rica historia y lo quiere seguir siendo con una atención y organización, cada día, más moderna y esmerada.
Para ello, mantiene la Liturgia diaria y rompe moldes en la celebración de las grandes festividades del Corpus y de la Inmaculada (baile de seises, procesión por la ciudad, repique de sus 24 campanas), atiende permanentemente la devoción a la Virgen de los Reyes, y realiza amplia pastoral sacramental, como primera iglesia de la Diócesis de Sevilla.
Pero hay más. Esta maravilla tiene que ser compartida por todos, creyentes o no. Y, para ello, programa ciclos de conferencias, conciertos de órgano en Adviento y Cuaresma, exposiciones permanentes y, sobre todo, cuida con toda clase de atenciones la visita cultural a todas sus dependencias.
La Giralda
Es la denominación actual de la torre y campanario de la catedral, constituyendo dentro de ella una entidad autónoma, destacable no solo por su ubicación e historia sino, además por sus variados aspectos formales, funcionales y simbólicas, hasta el punto de ser el emblema de la catedral y constituir su imagen una de las típicas de la ciudad, objeto de uso, consumo y abuso. Su base cuadrada, que arranca a 7,12 m. sobre el nivel del mar, tiene 13,61 m. de lado y llega a la altitud de 104,06 m. En apariencia es una unidad, pero sin embargo, es el resultado de la superposición de dos obras muy distantes en el tiempo y en los estilos, aunque bien integradas gracias a los artificios compositivos del arquitecto Hernán Ruiz. La primera obra, coincidente con el gigantesco paralelepípedo de ladrillo que forma casi la mitad de la altura del edificio, se realizó en época almohade, como torre (Zoma o Alminar) de la aljama. La segunda etapa, que comienza mezclando ladrillo y piedra, para concluir siendo sólo de bronce, se inició durante la etapa manierista
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