Este año, una vez cumplido el trienio dedicado a los desafíos de la globalización, Manos Unidas abre un ciclo nuevo de campañas centrado en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En septiembre de 2000, al final de la Cumbre del Milenio, celebrada en Nueva York, 189 Estados miembros de las Naciones Unidas suscribieron la Declaración del Milenio. Los compromisos asumidos se plasmaron en una lista de ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM),cuya finalidad es erradicar el hambre y la pobreza y mejorar la educación, la salud, la situación de las mujeres y el medio ambiente para el año 2015.
LOGRAR LA EDUCACIÓN PRIMARIA UNIVERSAL
El lema escogido por Manos Unidas para la XLVIII Campaña resulta elocuente: Sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo. Lema que nos hará reflexionar sobre el derecho universal a la educación y la importancia de la educación Primaria en la erradicación de la pobreza. Como el Papa Pablo VI, Manos Unidas cree que “la alfabetización es para el hombre un factor primordial de integración social y enriquecimiento personal, mientras que para la sociedad es un instrumento privilegiado de progreso económico y de desarrollo” . La finalidad y el sentido de la educación es el hombre mismo, que se desarrolla, se perfecciona y se convierte así en protagonista de su propio desarrollo y del desarrollo de los demás. Porque el ser humano tiene el derecho y el deber, en libertad, de desarrollarse como persona en todas las facetas de su vida personal y social. De esa dignidad fluyen los Derechos Humanos, así como la igualdad esencial entre todos los hombres, compatible con su diversidad, porque el hombre es imagen de Dios.
130 MILLONES DE NIÑOS SIN ESCOLARIZAR
Cómo no interpelarnos, en conciencia, por la situación del mundo respecto a este reto de la educación universal y la alfabetización. Es un derecho proclamado en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y reiterado en convenciones y declaraciones sobre los Derechos del Niño en años posteriores, así como desarrollado en la Doctrina Social de la Iglesia. Los datos se muestran contundentes: hay más de 130 millones de niños en edad escolar de primaria que, al no poder asistir a la escuela, se ven privados de ejercer ese derecho. Hay muchas razones que se lo impiden, pero, en la mayoría de los casos, se trata de niños de hogares pobres, cuyas madres, con frecuencia, tampoco han recibido educación formal, o peor, pertenecen a poblaciones indígenas o grupos minoritarios; es una cadena de desigualdad que se prolonga a través de las generaciones. La relación entre pobreza y asistencia a la escuela es innegable. El caso de las niñas es especial. Que los niños no vayan a la escuela es una grave pérdida para ellos y la sociedad, pero si no van las niñas la pérdida tiene mayores consecuencias. Las mujeres que han recibido educación tienen mayores oportunidades económicas, participan más activamente en la vida pública y cuando son madres tienen menos hijos, más sanos y con más probabilidad de ir a la escuela. Como dice un proverbio africano, “educar a un niño es educar a una persona, educar a una niña es educar a una familia”.
SE PUEDE COSTEARLA ELIMINACIÓN DEL ANALFABETISMO
Lograr el objetivo de la enseñanza primaria universal para el 2015, según el Informe del Estado Mundial de la Infancia 2005, costaría unos 9.100 millones de dólares al año, lo que supondría menos de 100.000 millones en los años que quedan; una cifra que se puede conseguir si tenemos en cuenta que, en 2003, se invirtieron en Defensa, en todo el mundo, 956.000 millones de dólares. La reducción del 1% de los gastos militares anual podría proporcionar educación primaria a todos los niños del mundo. El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, declara al respecto: “Las cifras dejan muy claro que el mundo sí puede costear la eliminación del analfabetismo”.
ES POSIBLE Y SE ESTÁ CONSIGUIENDO
Los proyectos que apoya y financia Manos Unidas demuestran que es posible otro mundo donde los niños y las niñas disfruten del derecho a la educación primaria universal. En el año 2005, Manos Unidas aprobó la financiación de 845 proyectos en 60 países empobrecidos. El importe fue de 44.305.687 euros y beneficiaron a 28.168.015 personas. De todos ellos, 288 eran proyectos educativos, con un importe de 12.625.532 euros y 3.716.714 beneficiarios.
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